Formo parte de un nuevo ejército que recorre avenidas, parques y calles, corriendo ó quizás huyendo. Antes de empezar a hacer footing, miraba a estos apátridas deportivos con recelo, me preguntaba si tendrían algún problema, si eran peligrosos. Ahora soy yo uno de ellos.
En el momento de salir a la calle, chequeo tobillos, rodillas y gemelos, todo en orden, la pista libre y despego. Noto en cada zancada como todo el cuerpo choca contra el suelo, la cabeza y el pecho sufren fuertes oscilaciones, el vientre se contrae, el corazón bombea la sangre con fuerza y las piernas amortiguan estoicamente los 78 kilos.
La gente va atravesando mi visión por ambos lados y veo a una pareja discutiendo, malos tiempos para la lírica. Tres aprendices de primer grado con peinado de serie hablando de algo que no puedo entender pero si oír. Una elegante princesa con falda gris contoneando sus caderas en cada paso, reprimo al lobo estepario y sigo corriendo. Paso sobre las cebras de la selva, sin fiarme de los cocodrilos de cuatro ruedas y ojos luminosos que proliferan en los ríos de asfalto.
Alguien comienza a pintar círculos oscuros y húmedos en mi camiseta y mis cejas llaman al cerebro pidiendo ayuda para atajar la avalancha de sudor que se cierne sobre mis ojos. La torre de control ordena a la mano derecha que drene las zonas húmedas de la frente. Acercandose a mi oreja, mi mano me filtra información confidencial sobre el centro de control, insinuando la celebración de una fiesta improvisada con barra libre de endorfinas, ¿Quién será el camello?
Una nube de éxtasis ilumina mi ultimo kilómetro, el cielo está a punto de cerrar sus puertas y una luz rojiza choca contra mi cuerpo, todo lo que veo esta lleno de magia gris y rosa, no distingo entre el asfalto, el mar, los árboles o los humanos, todo parece formar parte de un mismo catálogo uniforme y misterioso. Me cruzo con un pequeño fox terrier y a traición le lanzo una sonrisa.
En la ducha, inundado de endorfinas, me siento preparado para hablar con dios y debatir sobre su existencia. Puede que intente convencerme, porque él sabe que hoy tiene posibilidades.